Tiempo de cambios

Si algo hemos aprendido desde marzo de 2020, es que esta vida está sujeta a cambios continuos, algunos más drásticos que otros, pero al fin cambios.

Usualmente estamos acostumbrados ha realizar cambios de manera reactiva, es decir, cuando los cambios provienen de una fuente externa, por ejemplo:

• Decidimos cuidar nuestro salud cuando esta ha sido expuesta dramáticamente.

• Decidimos cambiar nuestra forma de gestionar el dinero cuando caímos en una quiebra financiera,

• Decidimos tratar mejor a nuestros seres queridos cuando percibimos que se están alejando de nosotros, etc.

Ninguno de los cambios anteriormente mencionados habrían ocurrido si la misma vida no empuja las circunstancias necesarias para que se materialicen. Si bien estos cambios pueden detonar en un giro significativo en nuestra existencia, los que más pueden impulsar un avance exponencial, se refieren a los que surgen mediante una iniciativa interna.

No es común que las personas provoquemos mejoras cuando todo transcurre aparentemente bien de acuerdo con nuestro criterio, creemos que si todo está saliendo como queremos, deberíamos seguir pensando, sintiendo y actuando de la misma manera, sin darnos cuenta de que lo que vivimos hoy, no es más que producto de nuestro pasado; así como lo que hagamos hoy, producirá consecuencias en el futuro.

Las personas, las empresas y cualquier organización que no tuvo impactos drásticos a partir del 2020, principalmente fueron aquellas que ya venían ejecutando acciones de transformación consistentes con las tendencias sociales y, aunque pudieron verse en dificultades, los daños colaterales fueron de menor impacto que otras que habían mantenido el status quo por periodos prolongados.

Cambiar cuando las cosas están "bien" es de las mejores decisiones que podemos tomar, ya que estas no estarán impulsadas por la ansiedad, por la desesperanza ni por un afán de supervivencia, sino que se tomarán a partir de un carácter fuerte, determinación, estrategia y un espíritu basado en el crecimiento.